Para lograr una buena fusión vertebral es necesario aportar un injerto óseo entre las articulaciones para que se regeneren.

Hoy en día contamos con injertos naturales, sintéticos, del propio paciente o de una donación. Los injertos más utilizados por su capacidad de regeneración son los naturales, preferentemente del propio paciente, ya que evita los posibles rechazos. Habitualmente el injerto proviene de la cresta ilíaca de la pelvis, aunque también es posible obtenerlo del campo quirúrgico durante la intervención.